No dejar a nadie atrás, ¿slogan o meta?

La Habana (Prensa Latina) De un lado, las muertes recientes del artista colombiano Fernando Botero y del caricaturista, creador cubano Jorge Oliver, y del otro, el mundo en debate sobre el futuro de la ONU, signaron los últimos días.
Por Mario Muñoz Lozano
Jefe de la redacción de Cultura de Prensa Latina

En esa puja constante frente a la desidia, el abuso, el egoísmo y la insensibilidad de algunos, casi siempre los más grandes, los más ricos, los más poderosos, debe prevalecer la bondad, como prevalece el sol después de la noche.
Ganarle la pelea al mal debe ser cuestión de principios, razón de ser de Montescos y Capuletos, principio que se imponga más allá de las diferencias, porque el futuro de la humanidad depende de unos y otros, queramos o no.
En su recuento sobre la situación mundial, durante la Cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en la ONU, su secretario general, António Guterres, volvió a llamar la atención sobre la actual crisis global y el aumento de las desigualdades entre las naciones.
Los líderes mundiales adoptaron en Nueva York una declaración política, la cual reconoce que los ODS no se alcanzarán sin un impulso masivo a la inversión para  transiciones energéticas, alimentarias y digitales justas y equitativas, y transformar la educación y la protección social en los países menos desarrollados.
El documento renueva el compromiso con la acción inmediata y colectiva para construir un mundo sostenible, inclusivo, próspero y resiliente en el que nadie quede atrás para 2030, como advierte el «slogan» de la agenda global desde 2015 aún sin cumplirse.
El foco del texto recae en la implementación de ese plan de acción y, sobre todo, en el financiamiento al desarrollo, para el que urge a asignar 500 mil millones de dólares anuales.
Llama la atención, una vez más, la necesidad de reformar la arquitectura financiera internacional para que refleje las necesidades del mundo actual, propuesta con un sólido respaldo de los representantes de los participantes.
«Apoyamos la reforma de las instituciones financieras internacionales y los bancos multilaterales de desarrollo como clave para las inversiones a gran escala relacionadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible a fin de abordar mejor los desafíos globales», apuntó la declaración.
En tal sentido, reconoce que la arquitectura financiera internacional, incluidos sus modelos de negocio y capacidades de financiamiento, «debe hacerse más adecuada a su propósito, equitativa y receptiva a las necesidades de financiamiento de los países en desarrollo».
De ponerse en práctica esa decisión, permitiría ampliar y fortalecer la voz y la participación de esas naciones en la toma de decisiones económicas internacionales, en las normas entorno y la gobernanza económica global.
La declaratoria apunta también por un mecanismo eficaz de alivio de la deuda y subraya la necesidad de establecer un financiamiento privado a tasas más asequibles para los países en desarrollo.
Asimismo, pretende impulsar la inversión en la transición a las energías renovables, promover el acceso a internet para todos, crear 400 millones de empleos decentes y ampliar la protección social.
Al respecto, Guterres aclaró que no sólo se trata de una lista de metas. «Representan las esperanzas, los sueños, los derechos y las expectativas de la gente en todas partes», significó, luego de recordar que la humanidad vive a mitad de camino desde que los jefes de Estado de Gobierno se comprometieron con los ODS en 2015.
Como desafíos, los reunidos hablaron de poner fin a la pobreza extrema y el hambre, garantizar el acceso a agua potable y saneamiento, así como a energía verde, además de brindar educación universal de calidad y oportunidades de aprendizaje permanente para todas las personas en un plazo de 15 años.
La declaración política adoptada este 18 de septiembre «puede cambiar las reglas del juego para acelerar el progreso de los ODS», expresó Guterres.
Para lograrlo, el titular de la ONU instó a actuar en seis áreas críticas con énfasis en el hambre que viola de manera flagrante los derechos humanos, dijo.
En su lista marcó además como necesidades impostergables, la de imprimir mayor velocidad al tránsito hacia la energía renovable, ponerle fin a «la triple crisis planetaria» que representan el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.
Además alertó sobre la gran cantidad de niños y jóvenes que son víctimas de una educación de mala calidad o carecen de educación y abogó por el trabajo decente y la protección social.
Reiteró una vez más que es hora de acabar con la discriminación, erradicar la violencia de género y «garantizar un lugar en todas las mesas para las mujeres y las niñas».
Demasiado optimista para algunos, insuficiente para otros, Guterres manifestó sentirse «muy alentado» por el documento aprobado, el cual consideró que puede significar un punto de inflexión para acelerar la implementación de los ODS. Ojala y se cumpla, la humanidad no aguanta mucho más.